lunes, 30 de junio de 2008

La voz de la villa

Pagina 12 › UNA RADIO COMUNITARIA, LA CARA QUE NO SE MUESTRA DEL BAJO FLORES




Graffiti en la radio y Eduardo Nájera, militante y uno de los impulsores de la FM del Bajo Flores.


La 1.11.14 suele ser noticia por la guerra narco, las muertes y los tiroteos. La radio del barrio difunde la otra realidad: la que viven día a día los 80 mil vecinos que habitan el barrio.

Por Carlos Rodríguez

“Vamos a ser la voz, vamos a ser la palabra del Bajo Flores.” Montado en una vieja Estanciera, el cura Ernesto Narcisi fue a buscar el transmisor y la “antenita” que les había ofrecido, por teléfono, el sacerdote Carlos Moia. No bien volvieron al barrio, Narcisi, Eduardo Nájera y Miguel Sánchez instalaron la antena, que salía por una ventana, y conectaron todo el cablerío. Metieron la mano en una bolsa donde guardaban “la música para los cumpleaños” y el que primero asomó la cabeza fue un casete de León Gieco. “Hombres de hierro” comenzó a sonar por la bocina, instalada sobre la misma ventana, y Nájera empezó a caminar por la calle Camilo Torres, con una radio portátil en la mano, para ver cómo se escuchaba la voz de Gieco. Así nació, hace ya doce años, la FM del Bajo Flores, la 88.1. Los antecedentes, en materia de comunicación, habían sido igual de precarios, como todo en el barrio que se estira a lo largo de Perito Moreno, allá por la cancha de San Lorenzo, y que oficialmente se llama villa 1.11.14. Antes de la radio, la difusión se hacía con una propaladora, un gran parlante montado sobre un techo. Noticias y música, a razón de dos horas de lunes a viernes y un poco más los fines de semana. Hasta que en el ’96 llegó la tecnología.

El escenario donde comenzó a gestarse la idea de la radio fue el Comedor Infantil Monseñor Enrique Angelelli, que había sido creado en 1989, en plena hiperinflación, por un grupo de militantes de la Juventud Peronista que habían roto en forma temprana con el proyecto político de Carlos Menem. De hecho, las primeras transmisiones fueron desde el estudio instalado en la cocina del comedor Angelelli, cerca del baño. Cajas de huevos fueron usadas para ensanchar las paredes y lograr una mejor acústica. Claro que en todos los programas igual salía al aire el ruido de la cadena del baño. Los equipos, siempre al filo del abismo, se fueron cayendo uno a uno, pero fueron reemplazados por otros y hoy hasta cuentan con un estudio propio, construido por la gente del barrio, y una programación que cubre las 24 horas, todos los días del año.

“Hay muchos medios que prestan el aire a los sectores populares o a las organizaciones comunitarias y se definen como comunicación popular, pero creo que a eso le falta una pata, porque me parece que los sectores populares no sólo tienen que estar en el aire, sino también en la dirección y en la producción de sus medios.” Eduardo Nájera marca lo que es “el proyecto político” de la radio del Bajo Flores.

“La concientización popular la hacen los sectores populares, por eso la radio pasa y reivindica la cumbia villera. Hay quienes preguntan y hay quienes afirman que la cumbia villera ‘nivela para abajo’, que es música de segunda. Pasamos cumbia villera por una cuestión de identidad, porque es la música que refleja lo que pasa en el barrio y en los sectores populares. Si no pasáramos esa música no seríamos ni una radio popular, seríamos una radio para minorías.” Nájera recuerda que “las letras de los grupos de cumbia fueron las primeras en denunciar al gatillo fácil”. En la radio también se escucha rock o están los programas de tango y de folklore, pero lo que más se oye y más se pide es la cumbia villera.

En la recorrida por la radio, además de Nájera, acompañan y aportan Gustavo García, Carlos Castro, Paola Huallpa, Erika Cabral y Mariela Pugliese. El nacimiento de la radio, coinciden todos, fue contemporáneo del proceso de concentración de medios en unas pocas y poderosas manos. “El nuestro es un proyecto ligado al barrio, por eso la mayoría de los programas son hechos por personas que viven acá y por esa misma razón venimos impulsando la derogación de la Ley de Radiodifusión, la 22.285, que fue sancionada por la dictadura militar. Es una bandera de siempre, que ahora se ha fortalecido porque existe la voluntad política de terminar con esa ley.” Desde la radio se propicia una nueva ley, de 21 puntos, que está a favor de la “libertad de expresión, del derecho a la información y de la independencia de los medios” y en contra de “los monopolios y oligopolios que conspiran contra la democracia”.

Al principio, la radio sólo se escuchaba dentro de los límites de la 1.11.14. Hoy llega a Soldati, Pompeya, al barrio Ramón Carrillo, a la villa Cildáñez y a otras barriadas populares. Además de las voces del barrio, tienen salida los presos de Ezeiza, Devoto o Marcos Paz, que aprovechan los micrófonos abiertos para hacer llegar los saludos a sus familias. Hay mil anécdotas sobre los programas pioneros. Uno de ellos se llamaba Haciendo embrollo. La idea era simple y efectiva: ante los micrófonos, un grupo de vecinas se despachaba a gusto contando los chismes del barrio, con pelos y señales. La audiencia, a favor y en contra, estaba garantizada. Claro que también la radio sirvió para la denuncia de muchos casos de gatillo fácil policial. Por ejemplo, fue la primera que señaló a la Policía Federal como responsable del asesinato de Ezequiel Demonty, que fue obligado a arrojarse a las aguas del Riachuelo. Demonty vivía en el Barrio Illia, que está pegado a la 1.11.14.

En la actual programación hay para todos los gustos. Las comunidades latinoamericanas, sobre todo los peruanos, paraguayos y bolivianos, tienen una presencia permanente. Concierto Boliviano, La voz de los Pueblos (sobre la lucha del pueblo boliviano), La voz de los Derechos Humanos (Paraguay) o El Angel Vengador, de la colectividad peruana. Todas las mañanas, de 8 a 12, está el Informativo Diario, con noticias locales, además de los noticieros del Foro Argentino de Radios Comunitarias, Contacto Sur de la Asociación Latinoamericana de Educación Radiofónica o Sonidos del Alba, con noticias de Latinoamérica. Los domingos sale al aire Aló Presidente, conducido por el mandatario de Venezuela, Hugo Chávez. Radio Nacional de Venezuela envía los audios por Internet.

La grilla está llena de programas musicales, pero también hay ciclos dedicados a las cuestiones políticas. Entre ellos se destaca Cuentas Pendientes, que conduce, los sábados al mediodía, Graciela Daleo, ex detenida-desaparecida. El ciclo es patrocinado por la Cátedra Libre de Derechos Humanos de la Universidad de Buenos Aires. Uno de los programas con más años en la radio es Volver a Empezar, a cargo de las mamás de chicos con capacidades especiales, que comparten experiencias, problemas y aportes a la búsqueda de soluciones.

“La radio tiene como proyecto dar información sobre el barrio, sin ocultar nada de lo que pasa, pero a través de la visión de las personas que viven en el barrio. La mirada de los observadores de derecha a izquierda que llegan al barrio con sus prejuicios no cambia una vez que se van. Y nuestra realidad tampoco cambia. Los noticieros y los diarios sólo hablan del narcotráfico y de que es imposible vivir en este barrio. Pero nosotros vivimos acá y hacemos un montón de cosas de las que nadie se entera por los grandes medios.” Los que hacen la FM del Bajo Flores escriben cada día su propia historia. Nadie mejor que ellos para hacerlo. Por eso los chicos que encuentran refugio en la radio dejaron escrito en las paredes: “Bajo Flores es mi lugar, el cielo puede esperar”.

LOS VECINOS, PROTAGONISTAS EN LA PROGRAMACION DE LA RADIO
Mensajes y chimentos de la vida en el barrio

"Las paredes son imprentas de los pueblos.” La frase fundamenta la multitud de graffitis que adornan las paredes de la FM del Bajo Flores. Entre decenas de mensajes de amor o de amistad, se cuelan las definiciones políticas, clasistas, de identidad. “No te asustes por lo que cuento, pero en mi vecindad todo esto es cierto.” La frase de Pity Alvarez, el líder de la banda Intoxicados, grafica una realidad incontrastable, pero al lado se levanta la esperanza y la identificación con el barrio, a pesar de todo: “Si no te gusta lo que ves, andate a vivir a Nueva York”, citando a Korneta, el creador de Los Gardelitos, que vivió y murió pegado al barrio.

“Los que escuchan la FM pueden ser también los columnistas de la radio, sin dejar de ser oyentes. Eso forma parte del proyecto político de la radio”, explican Eduardo Nájera y Gustavo García. Los graffitis son obra de los chicos y chicas que vienen a la radio. Uno de los pibes, que reserva el nombre, justifica su presencia en el edificio ubicado en avenida Riestra y Camilo Torres: “Acá la pasás bien, aprendés cosas, te tratan como a un ser humano. No hay muchos lugares como éste ni adentro ni afuera del barrio. Está bueno, te sentís dueño de algo”.
“Desde la radio impulsamos la instalación del Centro de Salud, la apertura de la escuela secundaria (se refieren a la Escuela Media número 3 del Distrito Escolar 19), pero también nos comunicamos con la gente para atender las cosas cotidianas”, señalan Nájera y García. Los viernes y sábados por la noche, de 22 a 1, los programas reciben llamados “para que pasen música para bailar y por eso se escucha la radio en cumpleaños, en fiestas, en reuniones de chicos”. También están los adolescentes que “pasan por la radio y piden el micrófono para hacer citas con chicos o chicas. ‘Vayan a la casa de tal o de cual que allí los esperamos’”.

Carlos Peralta y Carlitos Villalba, El Turco, son los conductores del programa Arroz con pollo, un plato imprescindible de la radio, que sale al aire todos los sábados, de 14 a 16. Para completar el trío de Carlos, el operador es Carlitos “El Negro” Rodríguez. “Nosotros tiramos buena onda. Tratamos de levantarle el ánimo a la gente por todas las cosas que pasan en la sociedad todos los días. Con nosotros llega el momento del relax, de la música, de la alegría. El programa está abierto para todo el que quiera venir. Por eso no tenemos publicidad, porque todo el que gasta 25 centavos para llamar, tiene derecho a decir algo.” Además de conducir Arroz con pollo, los dos vecinos dan clases de electricidad domiciliaria en la Cooperativa de Producción y Aprendizaje (COPA).

En el estudio de la FM del Bajo Flores hay fotos y leyendas del Che Guevara, Rodolfo Walsh, Eva Perón, Hugo Chávez y Evo Morales, pero también de Diego Tevez, el hermano de Carlitos, el ex jugador de Boca, y cantante de la banda de cumbia villera Piola Vago. En la entrada de la radio hay murales de las Madres de Plaza de Mayo y en homenaje al Día del Trabajador. Lo hicieron los chicos del taller de la radio, Tuty Flores, Maira Galerce, Simón Flores, Vivi Flores, Vale, Lucila Silva.

Adentro, siguen los graffitis. Uno advierte “la pasta base arranca corazones”, otro sostiene que “el Bajo Flores no duerme, descansa”. El más contundente asegura: “Las grandes obras las sueñan los locos visionarios, las ejecutan los luchadores natos, las aprovechan los locos felices, las critican los infelices crónicos”. Uno de los lemas de la FM del Bajo Flores.


UN LIBRO SOBRE LA EXPERIENCIA
Historias y relatos

La historia de la villa 1.11.14 del Bajo Flores y de la FM 88.1, contada por sus propios protagonistas, está de-sarrollada con lujo de detalles en el libro Micrófonos para el Pueblo, publicado en abril de este año por Ediciones Bajo Flores. Las 188 páginas están dedicadas a Rodolfo Walsh y a su hija Victoria, ambos asesinados por la dictadura militar, y a todos “los hombres y mujeres que entregaron su vida por la definitiva liberación de nuestra patria”. El propósito, logrado por la obra, fue el de reconstruir historias del barrio en la que se mezclan sacerdotes católicos que vivieron en el barrio, ladrones libertarios, borrachos entrañables, pero sobre todo hombres y mujeres sencillos que dejaron su huella en medio de la multitud de casitas bajas donde viven más de 80 mil personas.

“Soy un producto de las injusticias sociales y siendo un adolescente supe de las persecuciones gratuitas de una policía inmoral al servicio de los poderosos.” Una de las primeras citas del libro es una frase de Segundo David Peralta, conocido como Mate Cosido, un ladrón rural inmortalizado por la cultura popular. El capítulo está dedicado a otro bandido libertario que supo vivir en el Bajo Flores y al que se lo conocía como “El ladrón de la Laguna”.

A lo largo del texto figuran en lugar destacado los curas villeros, desde Carlos Mugica hasta todos los que pasaron por la parroquia del barrio, llamada Santa María Madre del Pueblo. Entre los homenajeados están el padre Jorge Vernazza, Rodolfo Ricciardelli y Ernesto Narcisi, que hace cuatro años se fue del barrio para cumplir su labor sacerdotal en un pueblito de Santiago del Estero.

Siempre aparece, también, la reivindicación del villero como legítimo dueño de la tierra que ocupa. En ese sentido se marca la diferencia que existe en la aplicación de la palabra “intruso”, siempre ligada a los pobladores de la 1.11.14 o de otras barriadas pobres. Sin embargo –se afirma–, nada se dice sobre la usurpación de terrenos inmensos por parte de clubes deportivos, algunos de ellos famosos, asentados a lo largo de la avenida del Libertador, en la zona norte de la Capital Federal y del Gran Buenos Aires.

Una anécdota sobre el mismo tema recuerda que, en 1970, el padre Jorge Vernazza obtuvo el visto bueno para construir la parroquia del barrio. De todos modos “el permiso para construir la iglesia no otorgaba derecho sobre el lugar”. El documento que firmó Vernazza era muy claro: “Pueden usar la propiedad mientras dure la villa”, que intentó ser erradicada por la dictadura militar y también por algunos gobiernos constitucionales. En estos barrios, “ni Dios es propietario”, se dice en el libro.

CONVIVIENDO CON LA VIOLENCIA
La trama narco

En los últimos años, la villa 1.11.14 del Bajo Flores ha sido noticia en los medios de prensa por las andanzas de una banda encabezada por el narcotraficante peruano Marco Antonio Estrada González, “Marcos”, que el año pasado cayó preso en la localidad paraguaya de Lambaré. En mayo de 2007, el juez federal Jorge Luis Ballestero encabezó un megaoperativo, con personal de la Gendarmería, durante el cual fueron detenidas 17 personas, entre ellas la madre y la esposa de “Marcos”. De acuerdo con la información que maneja la Justicia, con datos aportados por la Policía Federal, en el barrio se han producido al menos 15 muertes producto de lo que llaman la guerra por el control del narcotráfico en la villa.

Esas noticias, que surgen de datos de la realidad, suelen estigmatizar a los habitantes de la 1.11.14 y de los barrios aledaños, cuando la mayoría de ellos sólo son víctimas de esa misma situación. En el libro que editaron los militantes que trabajan en la FM Bajo Flores no se deja de lado el tema de la violencia y de la droga, pero se lo analiza como un fenómeno que tiene causas muy concretas.

“Pero, ¿qué pasa con los millones y millones de jóvenes latinoamericanos condenados a la desocupación o a los salarios de hambre? Entre ellos, la publicidad no estimula la demanda sino la violencia; entre ellas estimula la prostitución. Los avisos proclaman que quien no tiene, no es: quien no tiene auto, o zapatos importados, o perfumes importados, es un nadie, un basura; y así la cultura del consumo imparte clases para el multitudinario alumnado de la Escuela del Crimen.” Citando al escritor uruguayo Eduardo Galeano, en Las patas de la mentira, el libro Micrófonos para el Pueblo busca las raíces del pánico que suele generar un cóctel diabólico: la realidad más el multiplicador de los noticieros.

“Hay periodistas o estudiosos que vienen al barrio con un libreto propio y aunque acá se lleven una visión más amplia, más real de las cosas que ocurren en el barrio, las buenas y las malas, sus propios prejuicios son los que prevalecen y por eso sólo hablan de ‘la guerra del narcotráfico’, sin darle ni siquiera un párrafo al resto de las cosas que hacen los vecinos. Sin tener en cuenta que acá viven 80 mil personas y que la inmensa mayoría son gente de trabajo.”

Ni Eduardo Nájera ni sus compañeros de la radio ignoran la realidad “de un problema como la droga que existe en todo el mundo, no sólo en el Bajo Flores”. Insisten en que “nadie se pone a profundizar en el problema, en la participación que tienen factores del poder como la policía. A veces la droga tapa el peor de los flagelos en nuestros barrios: el gatillo fácil policial”.

> http://www.pagina12.com.ar/diario/sociedad/subnotas/106892-33711-2008-06-29.html


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